miércoles, 27 de mayo de 2009

DULCES sueños.

Hoy he tenido un sueño un tanto... ¿húmedo? ya me tocaba, la verdad. Mi vida sexual de estos meses para acá ha perdido el ritmo que mantenía desde hace años...
Me he despertado con una dosis de relajación sobrehumana en mis músculos, esa sensación de haber tenido una buena sesión de sexo durante toda la noche. Y mi cara, sinceramente, se ve mucho mas bonita.
Aún recuerdo aquellos dorados años en los que tenía dieciseis... Ai, parece que hayan pasado siglos o tal vez milenios... Decir que con diecinueve a puntito de los veinte me siento vieja es más que triste. Aunque la verdad, no me arrepiento de nada.
Con quince años descubrí la cara fea de los hombres, esos que por tener 25 se piensan que pueden hacer de tu culo un pandero ( y no es una forma de hablar). Recientemente me he vengado de ese asqueroso que se pensó saber más que yo... já. No ha llovido nada desde aquella.
El caso es que me lo encontré en el bar un jueves a eso de las cinco de la madrugada, y él iba cieguísimo. Al principio no me reconoció, pero pronto recobró la memoria y sonrió triunfante: el pobre aún se pensaba que seguía siendo una idiota... A todo esto hay que recalcar que yo iba más que preciosa (era una ocasión especial) y un 80 por ciento de los hombres habían intentado llevarme al lado oscuro para ver si había suerte. Bueno, sigo. El caso es que el imbécil éste se pensó que por haber sido mi amor platónico iba a haber algo, y yo, que ni perdono ni olvido, le seguí el rollito... ¿En que momento le habré visto yo algo a este pedófilo? fue lo primero que pensé. Se creía importante por tener treinta tacos y seguir por ahi de farra todo puesto... En fin, muy triste. El tonto empezó a alagarme, a susurrarme de cuántas maneras me había querido poner en aquella ocasión (en la que yo acabé huyendo asustada después de unas cuántas vejaciones sexuales) y cuántas veces me haría subir al cielo esta noche si accedía. Me trató cómo si fuera una puta, y yo actué como si fuera una puta. En un pasado estas cosas me importaban... pero, ¿ahora? Soy más cara que cualquier fulana del palo.
Me llevó al garito pijo de moda, me invitó a unas cuántas copas y después de haber dejado que me rozara levemente el culo, me regaló unos cuantos polvos de la felicidad a cambio de verme mear... No sé de dónde he sacado la devoción por las braguitas infantiles, pero para éste hombre fue todo un descumbrimiento. Me ofreció más de lo que quería, y yo seguí aceptándolo.
A esas horas ya iba muy ciega, así que opté por reunirme con mis amigas. El tonto no desistió hasta que le saqué todo lo que llevaba encima y le dije que pasara de mí.
La verdad es que la situación llegó a ser muy brusca... Si no fuera por mi gran amigo X que mide dos metros y impone lo suyo aún lo tendría suplicando que le vendiera mis preciosas braguitas de corazones... Fue una noche interesante. De éstas historias que recuerdas siempre riéndote de estos canallas que se piensan que una tía que folle es lo mismo que una zorra barata.
A veces me encanta ser una zorra. Nunca se sabe cuánto dinero puedes llegar a sacar en una noche... y nunca nadie ha dicho que yo vaya a dejar que me la enchufes.
cuan básicos son algunos, mi amor. Cuánto me alegro de que tú no seas así.




Cómo me gusta despertarme así. Definitivamente, amo los sueños húmedos.

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